
El adiós a Francisco "Paco" De la Cruz, un gran físico argentino
Era miembro de la Academia Nacional de Ciencias y la de Estados Unidos Por Jorge L. Seghezzo
El último informe global Worldviews Survey 2025 detectó un deterioro generalizado del descanso en la región, con Chile, Brasil y Perú entre los casos más críticos. Estrés urbano y sobreuso tecnológico, entre los motivos. El caso de Argentina Por Myrna Leal
Un fenómeno silencioso, pero progresivo, atraviesa las noches del mundo: el descanso de calidad se ha vuelto cada vez más esquivo. Un estudio reciente evidenció una crisis global del sueño. La magnitud del deterioro en el descanso nocturno se expresa con claridad estadística: a nivel global, solo el 62% de las personas afirma dormir bien con regularidad, y esta cifra viene descendiendo desde 2021, cuando el índice alcanzaba el 65%.
Los datos fueron revelados por el estudio Worldviews Survey 2025, desarrollados por la red internacional WIN y con representación en Argentina a través de Voices!, que recogió la opinión de 34.946 personas en 39 países.
El trabajo permitió identificar patrones sociodemográficos del mal dormir. Jóvenes, personas desempleadas, mujeres y quienes tienen menor nivel educativo figuran como los segmentos más vulnerables. Además, la tecnología, en especial el uso de pantallas antes de dormir, aparece como uno de los factores disruptivos más influyentes. En palabras de Richard Colwell, presidente de WIN International Association, “el aumento de los problemas de sueño es una señal de advertencia que no debe ser ignorada”.
Los datos fueron revelados por el estudio Worldviews Survey 2025, desarrollados por la red internacional WIN y con representación en Argentina a través de Voices!, que recogió la opinión de 34.946 personas en 39 países.
El trabajo permitió identificar patrones sociodemográficos del mal dormir. Jóvenes, personas desempleadas, mujeres y quienes tienen menor nivel educativo figuran como los segmentos más vulnerables. Además, la tecnología, en especial el uso de pantallas antes de dormir, aparece como uno de los factores disruptivos más influyentes. En palabras de Richard Colwell, presidente de WIN International Association, “el aumento de los problemas de sueño es una señal de advertencia que no debe ser ignorada”.
Del estudio se desprende una lectura regional que no deja lugar a dudas: el sueño de calidad en América Latina está condicionado por las desigualdades estructurales, los hábitos tecnológicos y las condiciones urbanas. En los países con mayor deterioro, como Chile y Brasil, se combinan altos niveles de urbanización, precariedad laboral y acceso masivo a dispositivos electrónicos, factores que se entrelazan con patrones de estrés y falta de higiene del sueño.
El caso argentino: luces y sombras en el descanso nocturno
Argentina presenta un panorama dual. Si bien el promedio nacional sugiere una leve mejora en la calidad del sueño respecto a años anteriores, ciertos segmentos poblacionales evidencian una situación alarmante. En el conurbano bonaerense, el 49% de las personas reporta tener problemas para dormir. Entre los jóvenes de 18 a 24 años de todo el país, la cifra asciende al 46%, y entre las mujeres, también a nivel nacional, se observa igualmente un deterioro respecto a años anteriores.
Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices! en Argentina, destacó que “los datos reflejan una realidad preocupante para el país: el 66% de la población admite que ha sacrificado horas de sueño por el uso de pantallas, ubicándonos entre los países más afectados por este fenómeno a nivel global”. La gravedad del fenómeno entre las mujeres y jóvenes es particularmente significativa.
La investigación también revela que el nivel educativo está correlacionado con los hábitos nocturnos: a mayor formación académica, más frecuente es el uso intensivo de pantallas antes de dormir, lo que se traduce en un descanso más precario. Este dato tensiona las suposiciones tradicionales que asocian mayor educación con mejores hábitos de salud.
Si bien el promedio nacional ha mejorado, las desigualdades internas siguen siendo notorias y preocupantes. Cilley explicó a Infobae que “los estudios muestran una correlación importante en los niveles de estrés y el sueño. En ese sentido, en los años de ediciones anteriores, el contexto de nuestro país estaba marcado por inflación y conflictos e incertidumbres políticas”. Aunque aclara que en esta edición persiste la complejidad, identifica un matiz: “Hay cierta estabilidad inflacionaria y política que reduce la incertidumbre y, por ende, el estrés. De todos modos, la mejora es tendencial y hay que seguir investigando y las cifras son en cualquier caso alarmantes”.
Además, remarcó que “los segmentos más afectados por el mal dormir son también aquellos que señalan padecer más estrés: mujeres y jóvenes”. En el caso de estos últimos, agregó que “son los que más señalan estar afectados por excesos en el uso de pantallas, viéndose afectados en una disminución de sueño, problemas físicos como la vista o posturales y generación de ansiedad”.
Tecnología y salud: el sueño cede ante la hiperconexión
Como se mencionó, uno de los hallazgos más contundentes del estudio refiere al impacto de la tecnología en la pérdida de horas de sueño. A nivel global, el 52% de las personas reconoce haberse quedado despierta hasta tarde usando el teléfono o la computadora. En Argentina, este porcentaje se eleva al 66%. La prevalencia de este comportamiento es particularmente alta en el grupo de 18 a 24 años, donde siete de cada diez jóvenes lo admiten. Esta realidad es compartida por varios países de la región: Chile (77%), México (69%), y Brasil (56%) presentan niveles elevados de afectación.
El informe señala que este fenómeno no discrimina por género, aunque impacta más profundamente entre las mujeres. En una cultura marcada por la hiperconectividad y la disponibilidad constante, las pantallas han colonizado el último tramo del día, desplazando rituales tradicionales del descanso, lo que afecta la producción de melatonina, hormona clave para conciliar el sueño.
En este sentido, la directora del estudio en Argentina subrayó la urgencia de “generar mayor conciencia sobre los efectos del uso excesivo de la tecnología en el descanso y promover hábitos más saludables para mejorar la calidad del sueño en nuestra sociedad”.
Era miembro de la Academia Nacional de Ciencias y la de Estados Unidos Por Jorge L. Seghezzo
Los años 80, conocidos en Occidente como la “década perdida”, fueron en la Argentina, también, los años de la transición. Las ansias de libertad en todos los órdenes de la vida pública convivieron, no obstante, con la lucha gubernamental contra la inflación. Una batalla que resultó infructuosa.
" EL QUE VE DEMASIADO..." "El que ve demasiado, termina por no encajar en ninguna parte..." — Friedrich Nietzsche —